En un momento de transformación profunda del sistema económico global, Europa avanza hacia la implantación del euro digital, una moneda virtual emitida directamente por el Banco Central Europeo. Para entender las implicaciones de esta iniciativa, tanto a nivel económico como político, en ibeconomia entrevistamos a Rais Busom, consultor, investigador y autor del ensayo Posglobalismo. Cómo reconstruir la civilización desde el borde del abismo global (Sekotia). En esta conversación, Busom analiza el contexto geopolítico y financiero que rodea al euro digital, su vínculo con el aumento del gasto en defensa, los desafíos que enfrenta la Unión Europea y las posibles consecuencias para las democracias occidentales.
- ¿Cómo cree que la emisión del euro digital podría transformar el sistema financiero europeo y qué impacto tendría en la autonomía económica de la Unión Europea frente a otras grandes economías?
El euro digital como moneda CBDC minorista está en su estadio inicial de los cinco existentes, a saber, preparación, prueba de concepto, prototipo, piloto, y producción. De ahí las prisas de la Presidenta del Banco Central Europeo, Christian Lagarde para pasar de fase en octubre o de Piero Cipollone, miembro del Comité Ejecutivo, pidiendo avanzar lo más rápido posible a una legislación sobre el euro digital, sin la cual su implantación es imposible. El euro digital es una herramienta imprescindible para el BCE para mejorar la eficiencia en la gestión de la oferta monetaria. Esto le permitirá realizar acciones en tiempo real con la totalidad de los depósitos europeos sin depender de la intermediación bancaria, con una capilaridad nunca vista. Se trata de un aumento del control de la oferta monetaria y un aumento de la rapidez en las políticas de transferencia, lo que le permitirá competir mejor contra otras divisas y mantener su valor frente al dólar, eso sí, a costa del empobrecimiento de los ciudadanos.
- El anuncio de un aumento en el gasto en defensa por parte de la UE se da en paralelo con el desarrollo del euro digital. ¿Cómo conecta usted estas dos iniciativas y qué implicaciones estratégicas podrían tener para Europa?
Sin duda el rearme europeo tiene principalmente una motivación monetaria y en segundo lugar, de control social. En primer lugar, porque la retórica de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, da la impresión que Europa está amenazada por los rusos, y que está sin ejército y sin gastar lo suficiente. Resulta que no tenemos un ejército europeo, tenemos dos el Eurocuerpo formado por 65.000 efectivos de once países y la Fuerza de Respuesta de la OTAN con 40.000 soldados, ambos listos para un despliegue inmediato. En segundo lugar, porque el gasto corriente en defensa el año pasado fue de 320.000 millones de euros. Las inversiones fueron de 120.000 millones y en veinte años estas cifras han aumentado un 30%. Ahora von der Leyen nos dice que faltan 800.000 millones en cuatro años, lo que significa 200.000 millones por año. Es decir, que nos vamos a gastar la friolera de 640.000 millones por año aproximadamente, más que China que se gasta 300.000 millones o Rusia 100.000 millones, casi como la gran potencia americana que encabeza el ranking con 900.000 millones. Estas cifras para Europa no tienen ningún sentido desde el punto de vista militar, son una justificación para una nueva expansión monetaria, casualmente la misma del Plan Draghi, encaminada a financiar los Estados deficitarios y los organismos europeos. Una de las fuentes de financiación de este megapresupuesto será la utilización de los ahorros de los europeos y esto solo se puede hacer con el euro digital. El BCE al tener los depósitos de todos los europeos, podrá bloquear o apropiarse del dinero, o también poner intereses positivos o negativos según le convenga.
- ¿Qué desafíos considera que enfrentarán los países europeos en la implementación del euro digital, tanto a nivel económico como político?
Lagarde ha afirmado que “lo único que puede detener al euro digital es que la gente se pase a bitcoin”. Y eso es lo que pasó en Nigeria, uno de los tres países en el mundo donde ya se ha desplegado una CBDC de un total de 135. El rechazo del eNaira por parte de los nigerianos ha convertido a este país en el primero en el ranking mundial en el uso de criptomonedas con el 73% de la población que las tiene o las ha tenido. El Presidente del Banco Central de Nigeria acabó en la cárcel. Supongo que a Lagarde le han silbado las orejas y ya que no hay ventajas objetivas para que el ciudadano europeo adopte el euro digital, la batalla monetaria contra el dólar o el colosal rearme europeo, se han convertido en palancas para acelerarlo. Una parte de los ciudadanos, la generación zeta especialmente, han perdido la confianza en el sistema monetario de las monedas fiat como el euro. Y hay razones para ello. Lagarde ha llegado a afirmar que el anonimato total, como el que ofrece el efectivo, no es, en su opinión, una opción viable. De esta manera, vemos como uno de los grandes desafíos es implantar el euro digital con rapidez, antes de que haya más personas con sus ahorros en bitcoin. Y sin duda, esta desaparición de la libertad financiera para los ciudadanos europeos, creará muchos problemas políticos a sus gobiernos.
- En su ensayo ‘Posglobalismo’, aborda temas como la economía digital y la democracia. ¿Cómo ve el impacto de las monedas digitales en la evolución de las democracias occidentales?
El euro digital significa un ulterior recorte en los derechos civiles europeos. Ante la falta de argumentos convincentes para su implantación, debido que todas las ventajas, como por ejemplo los pagos transfronterizos, ya se pueden hacer hoy en día por otros medios, el rearme con eso de “que vienen los rusos” parece una manera de persuadir a los ciudadanos europeos. Sin embargo, creo que la sociedad va a impulsar cada vez más una reforma hacia una democracia digital, directa y distribuida, como permite la tecnología blockchain para reducir la brecha digital en el funcionamiento democrático que no ha cambiado sustancialmente desde el siglo XIX.
- ¿Qué papel podría desempeñar el euro digital en la creación de nuevas formas de contabilidad y monitoreo del gasto público, especialmente en áreas como la defensa?
Los gobiernos no utilizarán el euro digital minorista, utilizarán un euro mayorista y desconocemos su regulación. Algunos documentos de la Unión Europea indican la compatibilidad de la nueva propuesta sobre una blockchain con los servicios interbancarios actuales llamados TARGET. Digamos que técnicamente es posible un mayor control presupuestario en tiempo real de la actividad de los gobiernos, así como la capacidad de imponer restricciones inmediatas a estos, pero no parece que esto vaya a suceder. La expansión monetaria necesita de gobiernos deficitarios que prefieran endeudarse cada vez más, y para ello, cierta opacidad es preferible. Sin embargo, los ciudadanos seguirán sufriendo una inflación galopante y un aumento de la presión fiscal, lo que se concretará en una mayor pérdida de prosperidad y de libertad política.
- A medida que se acelera la digitalización del dinero, ¿cómo compensar la protección de los derechos democráticos y la privacidad de los ciudadanos con la implementación de tecnologías como el euro digital?
Tanto la implantación del euro digital, que es un monedero en tu móvil, como el DNI digital, ya implantado en España, y que será obligatorio desde 2026, son dos caras de la misma moneda. El dinero y la identidad digital van unidas. Según el experto David Birch, la identidad es el nuevo dinero. Lo primero que debería hacerse es un referéndum. En Nigeria se hizo y aunque la población votó mayoritariamente en contra de la implantación del eNaria con un abrumador 99,5%, el presidente decidió ponerlo en marcha unilateralmente. Hay 134 proyectos de CBDC en el mundo, entre naciones y uniones monetarias que representan el 98% del PIB global. Es un proceso global cuya única defensa de los derechos democráticos es la autodeterminación monetaria utilizando sistemas de intercambio de valor basados en criptomonedas y tokens sin la intervención de los bancos centrales.
Rais Busom plantea una visión crítica y provocadora sobre el rumbo que está tomando Europa con la implementación del euro digital. Lejos de considerarlo un simple avance tecnológico, lo presenta como una herramienta clave para el control económico y social, que podría erosionar derechos civiles fundamentales como la privacidad financiera. En un contexto global donde las monedas digitales están ganando protagonismo, su advertencia es clara: sin un debate público real y mecanismos de autodeterminación monetaria, el euro digital corre el riesgo de convertirse en un instrumento más de concentración del poder en detrimento de la ciudadanía.