La guerra en Israel deja huella en la economía global; Aumento de la gasolina, pérdidas en los mercados bursátiles y ascenso del valor del oro

La guerra entre Israel y Hamás ha desatado una furia incontenible en una región que ya estaba acostumbrada a la tensión y el conflicto. Los bombardeos, las víctimas, y los daños materiales han provocado una crisis humanitaria de dimensiones escalofriantes, pero los estragos no se detienen allí. La guerra también ha sacudido los cimientos de los mercados financieros y ha suscitado preocupaciones económicas a nivel mundial.
Guerra Isrrael Hammas Imagen propiedad de RTVE

La guerra en Israel y Hamás desencadena una crisis humanitaria, mientras afecta a los mercados financieros y suscita preocupaciones económicas globales.

Uno de los efectos económicos más inmediatos de este conflicto ha sido el brusco incremento del precio del petróleo. La razón es clara: la región es una parte fundamental de la producción y el transporte de crudo a nivel global. El barril de Brent, referencia para Europa, ha escalado más allá de los 80 dólares, alcanzando su nivel más alto desde octubre de 2018. Esto, por supuesto, ha impactado directamente en nuestros bolsillos, haciendo que el precio de la gasolina se dispare en los surtidores.

Otro aspecto que ha sufrido una sacudida considerable es el mundo de las finanzas. Las bolsas han experimentado pérdidas notables debido a la aversión al riesgo que se ha apoderado de los inversores. Los índices bursátiles europeos han descendido entre un 1% y un 2% en las últimas sesiones, mientras que los estadounidenses han demostrado una resistencia relativa. Sectores económicos como la energía, el turismo y las aerolíneas han sido los más afectados por esta incertidumbre.

Un tercer efecto económico que ha emergido de las sombras de la guerra es el aumento en la demanda de activos refugio. En tiempos de crisis o tensión geopolítica, los inversores suelen recurrir al oro, el franco suizo y los bonos del Tesoro estadounidense en busca de mayor seguridad y estabilidad. En este contexto, el oro ha registrado un aumento del 3% en lo que va de mes, situándose por encima de los 1.800 dólares por onza, convirtiéndose en un refugio para aquellos que buscan proteger su patrimonio.

Los efectos económicos de esta guerra no se limitan a Oriente Medio, sino que repercuten a nivel global, afectando a países como Europa y España, aunque de manera indirecta y limitada. Europa depende en gran medida de la importación de petróleo, por lo que el aumento en su precio puede tener un impacto negativo en su crecimiento económico y en la inflación. En el caso de España, su economía está estrechamente ligada al turismo y al comercio exterior, por lo que cualquier signo de inestabilidad en el ámbito global podría perjudicar significativamente a estos sectores.

A pesar de estos impactos económicos, los expertos coinciden en que, si el conflicto se mantiene acotado y no se extiende a otros países de la región, las consecuencias serán moderadas y temporales. Sin embargo, existe una sombra constante de preocupación: la posible involucración de Irán. En ese caso, las repercusiones económicas podrían ser mucho más graves y prolongadas. Por esta razón, la comunidad internacional está ejerciendo presión para lograr un alto el fuego lo antes posible y evitar una escalada aún mayor de violencia que podría llevar a una catástrofe económica a nivel mundial. La paz se convierte así en una urgencia que trasciende las fronteras de una región asediada por la guerra.

Europa y España en el Conflicto Israelí-Palestino: Entre la Historia y la Incertidumbre

El escenario que rodea al conflicto israelí-palestino es intrincado y en constante evolución, donde los intereses políticos, económicos y estratégicos de las naciones desempeñan un papel fundamental. En el caso de España y Europa, sus roles en este complejo ajedrez internacional son cambiantes y multifacéticos, siendo moldeados por la situación actual en la región y su historia en común.

España: Un Pasado de Influencia y Compromiso

España, por su pasado colonial en el norte de África, su proximidad geográfica y lazos culturales con el mundo árabe, y su histórico apoyo a la causa palestina, ha tenido una influencia significativa en el conflicto. Desde la época de la Transición, España se destacó como uno de los primeros países en reconocer a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como el legítimo representante del pueblo palestino. Además, el país acogió a líderes icónicos como Yasser Arafat e Isaac Rabin en su territorio.

España también ha participado activamente en los esfuerzos diplomáticos por alcanzar una solución pacífica. Colaboró en la gestación de los históricos Acuerdos de Oslo de 1993 y respaldó la Iniciativa de Paz Árabe de 2002. No obstante, en años recientes, factores como la división política interna, la falta de liderazgo internacional y la escasa presencia en la zona han menguado la influencia española en el conflicto. A pesar de que el Congreso de los Diputados emitió una resolución no vinculante en 2014 reconociendo al Estado de Palestina, España no ha oficializado dicho reconocimiento, ni ha incluido la cuestión en su agenda durante su presidencia del Consejo de la Unión Europea en 2023.

Europa: Entre la Ambigüedad y la Falta de Acción

En el caso de Europa, su papel en el conflicto israelí-palestino es ambivalente. El continente se esfuerza por mantener un equilibrio entre sus relaciones con Israel y los países árabes, sin tomar una postura clara ni ejercer una presión efectiva sobre las partes en conflicto.

Europa es el principal socio comercial y cooperante tanto de Israel como de Palestina. Sin embargo, también es uno de los principales críticos de las políticas de ocupación y colonización israelí en los territorios palestinos. Aunque Europa ha expresado apoyo a la solución de dos Estados basada en las fronteras de 1967 y el derecho internacional, la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea no han reconocido al Estado de Palestina de forma unánime, sino que han tomado esta medida de manera individual.

Además, Europa no ha adoptado sanciones económicas ni diplomáticas contra Israel por sus presuntas violaciones de los derechos humanos y el derecho humanitario en los territorios ocupados. Tampoco ha impulsado iniciativas concretas para revivir el proceso de paz, limitándose a seguir la política de Estados Unidos en gran medida.

El Futuro y las Opciones

En resumen, el papel de España y Europa en el conflicto israelí-palestino ha sido, en gran medida, secundario y reactivo. No han asumido un compromiso firme ni una responsabilidad activa en la búsqueda de una solución sostenible. Sin embargo, existen medidas que Europa podría tomar para presionar a Israel y Palestina hacia la paz:

  • Reconocimiento de Palestina: Europa podría considerar el reconocimiento del Estado de Palestina de manera unánime y coordinada, siguiendo el ejemplo de 22 de los 27 Estados miembros de la UE. Esto enviaría un mensaje claro de apoyo a la solución de dos Estados.
  • Sanciones contra Israel: La adopción de sanciones económicas, políticas y diplomáticas contra Israel por sus violaciones del derecho internacional y los derechos humanos en los territorios ocupados es una opción. Esto podría incluir la revisión del Acuerdo de Asociación UE-Israel.
  • Apoyo Humanitario: Europa podría aumentar la ayuda humanitaria y el respaldo político a la población palestina, especialmente a los desplazados internos, los refugiados y las víctimas de la violencia.
  • Iniciativa Propia para la Paz: Impulsar una iniciativa propia para revivir el proceso de paz basada en el derecho internacional y los principios acordados por el Cuarteto para Oriente Medio.

La razón detrás de la renuencia de Europa a adoptar sanciones contra Israel se atribuye a su relación especial con el Estado de Israel, su ambigüedad en el conflicto y su dependencia estratégica de Estados Unidos, quien es el principal aliado de Israel. La presión internacional sobre la resolución del conflicto israelí-palestino se mantiene como un desafío continuo, con un papel significativo a desempeñar por parte de Europa y España en la búsqueda de una paz duradera en la región.

 

 

 

 

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