Nos hacemos eco de la entrevista que Paula Farias concedió a la editorial Adn, donde habla de Piel de deriva, su nueva emocionante y poética novela
¿De dónde nace la idea de esta noveladna?
Siempre me han interesado las subtramas de las historias con mayúsculas. Los personajes secundarios y los que a veces no llegan ni a eso y se quedan en casi solo atrezo. El cómo juegan un papel tan necesario y, sin embargo, tan invisible. Los grandes acontecimientos los sostiene la trama menuda, y esa es la que me resulta interesante, la que me gusta contar. La Primavera Árabe y la crisis del Mediterráneo son de esas historias con mayúsculas que están pobladas de personajes secundarios, de tramas de alrededores. Yo me tropecé con varias que tenían en común que, de alguna manera, sostenían farsas, y de ahí surgió la idea de Piel de deriva.
¿Qué hay de verdad en la trama y los personajes? ¿Qué escenas has vivido en tu propia piel?
Como siempre, todo y nada. Todo lo que uno escribe tiene que haber entrado de alguna manera en la cabeza. Escribir es un ejercicio que tiene mucho de rebuscar en la memoria, de escoger recuerdos y reorganizarlos para construir tramas. Los personajes de la novela son, cada uno, mezcla de muchos personajes reales, y con las tramas ocurre algo parecido. Hubo un momento en el que, cuando estaba yo embarcada, en el Mediterráneo, en el Índico y en el mar Rojo sucedían cosas como las que narra la novela. De hecho, siguen sucediendo. Lo que no significa que lo narrado ocurriera exactamente así.
¿Crees que, en general, somos conscientes de la crisis que sucede en el Mediterráneo?
Por supuesto que somos conscientes. La información está ahí. Los medios le han dado cobertura cuando ha interesado. Otra cosa es que estemos dispuestos a mirarlo y no volver la mirada hacia otra parte, como si lo que pasa en ese mar no fuera con nosotros.
Según escribías Piel de deriva, ¿tenías en mente un homenaje, una crítica, un grito de socorro?
Creo que ninguna de estas opciones. Es cierto que a mí me produce un profundo respeto la gente que se juega la vida en el mar buscando una vida mejor y que eso probablemente queda patente en la novela. A fin de cuentas, es una historia que habla de resistencia. Pero mi único afán era contar una historia bien contada.
Si luego su lectura emociona o revuelve al lector, eso tendrá que ver con la mirada y el lugar desde el que lee cada uno. Pero en ningún momento he pretendido hacer activismo, o al menos no de un modo intencionado.
En una ocasión mencionas en la novela que demasiada esperanza puede ser peligrosa. Pero ¿puede uno cruzar el Mediterráneo para sobrevivir o dedicarse a salvar la vida de otros sin abrigar alguna esperanza?
No digo que no haya que tenerla, digo precisamente que por lo poderosa que es hay que manejarla con cuidado porque puede resultar peligrosa. En la novela hay un personaje que, para mantener a la gente sometida, pero sin que lleguen a rendirse, les va dando esperanzas dosificadas. Por eso dice que «la esperanza hay que manejarla como quien maneja nitroglicerina».
En tu anterior libro, Fantasmas azules, hablabas de Afganistán y de mujeres en un mundo de hombres. En Piel de deriva de nuevo el personaje femenino, una capitana de barco, navega por un contexto tradicionalmente de hombres.
¿Qué significa ser mujer en el mar?
El mar siempre ha sido un mundo de hombres; incluso, en ocasiones, un mundo vetado a las mujeres. Hay patrones que no dejan subir a las mujeres a bordo ni siquiera cuando el barco está en puerto. Ser mujer y hacerte un hueco en ese mundo, como hace Marcela, la capitana, la convierte ya solo por eso en un personaje interesante.
Pero es que, salvando la burbuja en la que vivimos en Occidente, el mundo es de los hombres. Ellos son los que hacen y deshacen. El mundo de las mujeres queda siempre reducido a un plano más doméstico, más de alrededor. No es que a mí me obsesione especialmente, pero si quieres describir bien los personajes femeninos, no puedes obviar esa realidad. Luego está el modo en que cada una de las mujeres se relacione con ese mundo, algunas desde la sumisión, otras desde la rebeldía, otras desde posturas más conciliadoras, pero la realidad en clave masculina siempre está ahí
¿Crees que has cambiado como escritora entre una y otra novela?
La vida te va cambiando y lo que escribes no puede dejar de impregnarse de esas mudanzas. Pero más allá de eso, creo que mi estilo no ha cambiado, sigo escribiendo con mucho cuidado, con una prosa muy sujeta, escogiendo bien cada palabra y cada silencio, tratando de construir los personajes con pocas pinceladas, intentando mantener el ritmo de la prosa de una forma casi obsesiva.
Todo eso creo que sigue presente. Sin embargo, es cierto que esta novela tiene una trama más compleja, con más personajes y con un afán de trabajar la estructura que en las otras novelas no tenía. En ese sentido, sí es algo diferente a las anteriores.