Ya se trate de estudiantes que lo utilizan para hacer sus deberes o de obras de arte comparables a las de Picasso preparadas en un abrir y cerrar de ojos, las noticias están llenas de historias sobre ChatGTP o sistemas de inteligencia artificial similares, y sus poderes aparentemente ilimitados. Pero, ¿qué significa esto para el sector turístico? ¿Podríamos empezar a ver pronto su impacto?
Simon Goddard, Director de Información de Vibe, proveedor de tecnología de búsquedas y reservas de viajes, cree que, aunque ChatGPT es un importante paso adelante para la inteligencia artificial, aún queda mucho para que tenga un impacto importante.
«Recomiendo a todos los profesionales del sector que prueben a planificar una escapada de fin de semana o unas vacaciones en familia con ChatGPT. No cabe duda de que es mucho mejor que todo lo que se ha hecho hasta ahora y de que las aplicaciones potenciales son enormes, pero por ahora no hay que creerse las exageraciones: lo que se ve en las noticias no será una realidad en los viajes hasta dentro de un tiempo y, hasta cierto punto, el elemento humano nunca será sustituido al 100%».
Aparte de la necesidad de que el software siga evolucionando, Vibe, que tiene su sede en el Reino Unido, pero cuenta con clientes en todo el mundo, destaca cinco factores importantes en particular que hacen que el despliegue de ChatGPT en el ámbito de los viajes vaya a ser más lento de lo que algunos estiman.
En primer lugar, la enorme barrera de entrada en forma de costes que excluirá a todas las empresas de viajes, salvo a las más grandes. En la actualidad, sólo las grandes empresas cuentan con los presupuestos de I+D y la potencia informática necesarios para hacer posible la IA real. Por ejemplo, Microsoft está a punto de invertir 10.000 millones de dólares en OpenAI como parte de una ronda de financiación que valoraría la empresa en 29.000 millones de dólares.
En segundo lugar, porque sin acceso a datos personalizados sobre el usuario, ChatGPT (u otra IA) no puede recomendar nada realmente personalizado, lo que significa que a todo el mundo se le ofrecen los mismos resultados sin tener en cuenta la edad, el sexo, la ubicación u otros muchos factores básicos que serían necesarios para adaptar los resultados. En el sector de los viajes, esto es crucial, ya que la mayoría de las mejores agencias de viajes conocen personalmente a sus mejores clientes. Por ejemplo, pueden basarse en el conocimiento de viajes anteriores para recomendar lugares y propiedades que se adapten inmediatamente al viajero. Otros factores más avanzados, como el presupuesto, la edad de los niños, los cumpleaños, etc., contribuyen a planificar las vacaciones perfectas.
Cuando se trata de viajes, al contrario que cuando se trata de elegir un regalo de cumpleaños o recomendar un restaurante, sigue habiendo demasiado riesgo de equivocarse con datos básicos pero esenciales. Imaginemos, por ejemplo, que la IA diera información errónea sobre las vacunas necesarias para un viaje o consejos incorrectos sobre visados y normas de inmigración. O si no deja tiempo suficiente para una escala, con la consiguiente pérdida de vuelos. Otro problema es que Chat GPT sólo conoce la información disponible hasta 2021, y ahora más que nunca somos conscientes de que la geopolítica, el terrorismo, las pandemias y las catástrofes pueden convertir regiones enteras en zonas prohibidas de la noche a la mañana. Esto significa que son necesarios controles humanos, lo que no sólo frustra el objetivo de utilizar ChatGPT, sino que también socava la confianza, lo que a su vez reduce la adopción hasta que se pueda tener menos tiempo de retraso en el conocimiento de la «actualidad».
También existe la seria preocupación de que cualquier proveedor a escala que ofrezca una versión asequible lo rentabilice con resultados sesgados para dirigir a la gente hacia sus anuncios o productos. ChatGPT explora ahora un modelo de suscripción para generar ingresos, pero es difícil que los consumidores habituales paguen otra suscripción mensual además de Netflix y otras innumerables. Lo más probable es que Google o Microsoft Bing aprovechen al máximo los modelos publicitarios más lucrativos con su oferta, sobre todo porque se ajustan mejor a los modelos comerciales de sus motores de búsqueda. Por el momento entendemos cuándo se nos presentan anuncios en los resultados de los motores de búsqueda, pero estas líneas podrían difuminarse en el contexto de una respuesta de IA y sería necesaria una regulación.
Esta evolución también podría plantear problemas de privacidad de los datos. La IA a este nivel va a requerir durante algún tiempo un procesamiento fuera del dispositivo. Esto significa que cualquier entrada, ya sea texto o voz, será enviada a algún lugar para ser entendida y generar una respuesta. Esto plantea serias dudas sobre la privacidad, ya que estas comunicaciones contendrán mucha más información personal que pedirle a Siri que nos diga cómo llegar a un sitio o a Alexa que encienda las luces del salón.
Como última barrera, pero muy importante, para la actualización de ChatGPT en los viajes, Simon señala un fallo muy grande: «Ahora mismo, las herramientas no siempre llevan a la gente a opciones que se puedan reservar. En este momento, ChatGPT sólo sabe dirigir a los usuarios a las grandes OTA, como Booking.com o Expedia. Si los grandes no tienen el producto, ChatGPT se limita a decir «utilice una agencia de viajes» y no hay enlaces s a opciones o imágenes reales que se puedan reservar. Al fin y al cabo, todos tenemos un negocio, así que si no podemos rentabilizarlo, ¿de qué nos sirve?».
Simon concluye diciendo: «El futuro es más prometedor y es divertido trastear con él, pero ChatGPT y los viajes siguen siendo eso: algo del futuro».