La reciente propuesta de imponer aranceles del 200% al vino español por parte de Estados Unidos ha encendido las alarmas en el sector vitivinícola nacional. Una medida que podría tener profundas consecuencias en la competitividad de nuestras bodegas, la estructura de precios internacionales y la sostenibilidad de uno de los sectores agroalimentarios más relevantes para la economía española.
En conversación con Fernando Vázquez, Socio Consultor y Co-Area Developer en ERA Group, analizamos los posibles efectos de esta decisión, así como las estrategias que podrían adoptar los productores españoles para mitigar su impacto y reinventar su presencia en los mercados internacionales.
- ¿Cómo influirían estos aranceles en la competitividad de las bodegas españolas que exportan al mercado estadounidense?
La aplicación de un arancel del 200% encarecería significativamente el vino español en Estados Unidos, reduciendo su atractivo tanto para consumidores como para distribuidores.
Una subida impositiva de esta magnitud provocaría una caída abrupta en la demanda, afectando especialmente a aquellas bodegas que han trabajado para fortalecer su presencia en este mercado.
Si estas medidas se prolongan en el tiempo, las bodegas españolas podrían verse forzadas a reconsiderar su estrategia comercial, diversificando sus canales de exportación para reducir su dependencia de EE. UU. y para mantener su volumen de ventas.
- ¿Qué impacto podrían tener en los precios finales para el consumidor en EE. UU.?
Con un sobrecoste tan elevado, los importadores y distribuidores tendrían dificultades para absorber el impacto, por lo que trasladarían este aumento al precio final para el consumidor.
Como resultado, los vinos españoles perderían competitividad frente a alternativas de otros países sin estas barreras, y los consumidores estadounidenses verían limitada su capacidad de acceder a vinos españoles a precios razonables.
- ¿Podría este escenario provocar una reducción en la demanda del vino español en favor de productos de otros países?
Sí. Ante este incremento de precios, importadores, distribuidores y consumidores podrían optar por vinos de origen alternativo. Además, una menor presencia de vinos españoles en el mercado estadounidense afectaría a su visibilidad y posicionamiento, lo que dificultaría su recuperación incluso si los aranceles se redujeran en el futuro.
- ¿Qué estrategias de gestión de riesgos y diversificación de mercados y proveedores pueden implementarse para mitigar el impacto de estos aranceles?
Para minimizar el impacto de estas medidas, es fundamental aplicar estrategias de diversificación de mercados que reduzcan la dependencia del estadounidense. Explorar destinos con menor carga impositiva y mayor potencial de crecimiento puede ayudar a compensar las pérdidas.
Asimismo, desarrollar planes de contingencia que permitan ajustar la estrategia comercial y adaptar la oferta a las condiciones de cada mercado facilitará una respuesta más ágil ante este nuevo escenario. La flexibilidad y la capacidad de reacción serán determinantes para que las bodegas mantengan su presencia internacional.
- ¿Las bodegas españolas están considerando aumentar su presencia en otros mercados para compensar posibles pérdidas en EE. UU.? ¿Cuáles son los mercados más atractivos actualmente?
Sí, muchas bodegas españolas ya están evaluando opciones para diversificar sus mercados y mitigar el impacto de los aranceles en EE. UU. Algunos de los países más atractivos son China y Japón, que muestran un creciente interés por el vino, así como países de Europa como el Reino Unido y Alemania, que mantienen una alta demanda de vino de calidad.
Además, mercados emergentes en América Latina, como México y Brasil, también presentan un gran potencial debido a sus crecientes economías y a la afinidad cultural con los productos de España.
- ¿Qué papel pueden jugar los acuerdos comerciales entre la UE y EE. UU. para aliviar esta situación?
Los acuerdos comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos son fundamentales para mitigar tensiones arancelarias y evitar barreras comerciales, como se ha logrado en el pasado y se refleja en las cadenas de producción profundamente interconectadas entre ambas regiones. Un diálogo constructivo y la negociación de acuerdos beneficiosos favorece un comercio más libre y equitativo. De esta forma, las bodegas podrían recuperar parte de la cuota de mercado perdida debido a los aranceles, lo que les permitiría seguir siendo competitivas en uno de los mercados más importantes para el vino a nivel global.
- ¿Cómo ha evolucionado el comercio de vino entre España y EE. UU. en los últimos años y qué tendencias podrían marcar el futuro tras estas medidas?
Según el Informe de Importaciones de vino en Estados Unidos, en 2024, el país incrementó sus importaciones de vino un 0,1% en volumen y un 1,6% en valor, alcanzando 1.226,5 millones de litros y 6.789,9 millones de dólares, respectivamente. España exportó a EE. UU. 67,3 millones de litros por un valor de 391,4 millones de dólares, consolidándose como el cuarto proveedor en valor y el séptimo en volumen.
La imposición de aranceles del 200% podría revertir esta tendencia positiva, reduciendo la competitividad del vino español y disminuyendo su cuota de mercado en favor de otros países no afectados por dichas medidas.
- ¿Existe un riesgo real de que más productos agroalimentarios españoles se vean afectados por futuras políticas proteccionistas en EE. UU.?
Sí, existe un riesgo considerable. Productos como el aceite de oliva podrían volverse menos competitivos en el mercado estadounidense debido a políticas proteccionistas. Estas medidas podrían afectar negativamente a las exportaciones españolas, reduciendo su presencia en EE. UU. y golpeando un sector destacado de nuestra economía.
- ¿Qué recomendaciones darían a los inversores y empresarios del sector vinícola ante esta incertidumbre?
Ante la incertidumbre generada por esta guerra comercial, los empresarios e inversores del sector vinícola deben adoptar una estrategia orientada a la resiliencia y la diversificación. Una prioridad es reducir la dependencia del mercado estadounidense, reforzando la presencia en destinos con menor riesgo comercial como México o Japón, donde existen tratados favorables y una creciente demanda de vino de calidad.
Además, optimizar la cadena de suministro es clave para reducir costes y preservar márgenes, lo que incluye revisar acuerdos logísticos y estrategias de distribución. También resulta fundamental apostar por productos de mayor valor añadido que permitan competir por diferenciación y no solo por precio.
Por último, es esencial mantenerse al tanto de la evolución del contexto geopolítico y comercial, anticipando escenarios y adaptando las decisiones estratégicas de manera proactiva. En conjunto, estas medidas permitirán a las bodegas y a sus inversores garantizar la competitividad y sostenibilidad del negocio a medio y largo plazo.