La FIFA ha anunciado que España, Portugal y Marruecos serán los países anfitriones del Mundial de fútbol de 2030, un evento deportivo de gran relevancia a nivel de selecciones. Esta elección es histórica, ya que por primera vez se llevará a cabo un Mundial en tres continentes y en seis naciones, incluyendo los partidos inaugurales que se jugarán en Uruguay, Argentina y Paraguay en honor al centenario de la primera edición del torneo celebrada en Uruguay en 1930.
La designación de España como sede del Mundial ha sido recibida con entusiasmo por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, quien afirmó que el país demostrará su excelencia en el fútbol y promoverá los valores de igualdad, solidaridad y competencia justa en el deporte. Esta decisión también ha contado con el respaldo de los Gobiernos de Portugal y Marruecos, así como con el interés personal del Rey Felipe VI en la candidatura luso-española.
Pero más allá del orgullo y la emoción que implica ser anfitrión de un Mundial, es importante preguntarse cuáles serán los beneficios económicos para la Península Ibérica. Según un estudio encargado por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y realizado por la consultora PwC, el impacto económico directo e indirecto del Mundial 2030 podría alcanzar los 12.000 millones de euros. Esta cifra se basa en estimaciones de ingresos por concepto de turismo, derechos de televisión, patrocinios, merchandising y entradas, así como en los gastos asociados a la organización del evento, como infraestructuras, seguridad, transporte y alojamiento.
El estudio también pronostica que el Mundial 2030 generaría alrededor de 110.000 empleos en los años previos y durante la celebración del torneo. Además, se espera que tenga un impacto positivo en la imagen y la reputación internacional de España y Portugal, así como en el desarrollo social y deportivo de ambos países.
Sin embargo, no se deben pasar por alto los desafíos y riesgos asociados con la organización de un Mundial. Por ejemplo, los costos de las inversiones necesarias para la construcción y adecuación de estadios y otras infraestructuras podrían superar los beneficios obtenidos. Según el estudio de PwC, el costo estimado de estas inversiones sería de aproximadamente 1.500 millones de euros, aunque esta cifra podría variar según las condiciones del mercado y las demandas de la FIFA.
Otro aspecto importante a considerar es la coordinación entre los tres países anfitriones y los tres países que albergarán los partidos inaugurales. Esta candidatura es compleja desde el punto de vista logístico, político y legal, y requerirá una comunicación efectiva y una cooperación sólida entre todas las partes involucradas. Además, será fundamental garantizar la seguridad y la salud de los participantes y espectadores ante posibles amenazas como el terrorismo, el crimen organizado o las pandemias.
Uno de los aspectos más destacados del estudio de PwC es que calcula que el retorno del PIB por cada euro gastado en la organización del Mundial 2030 en España y Portugal sería de 4,28 euros. Esto significa que cada euro invertido en infraestructuras, seguridad, transporte y alojamiento generaría 4,28 euros en ingresos por concepto de turismo, derechos de televisión, patrocinios, merchandising y entradas.
Además, por cada euro invertido se generarían 1,32 euros de ingresos fiscales, lo que supone un beneficio para las arcas públicas. Estas cifras se basan en estimaciones de impacto económico directo e indirecto del Mundial 2030, que podría alcanzar los 12.000 millones de euros.
La organización del Mundial 2030 de fútbol representa una oportunidad significativa para España, Portugal y Marruecos para mostrar al mundo su capacidad organizativa, su atractivo turístico y su pasión por el fútbol. Sin embargo, también conlleva una gran responsabilidad y desafíos que requerirán una planificación meticulosa, una gestión eficiente y una visión estratégica para asegurar que el evento sea un éxito tanto en términos deportivos como económicos.